sábado, 22 de mayo de 2010

NO A ESTIVIL

La “ferberización”Por Robert Wright

Cada noche, miles de padres, siguiendo la sabiduría común de cómo cuidar a sus hijos, hacen uso de un ritual macabro. Ponen a su bebé de algunos meses en una cuna, salen del cuarto, y estudiadamente, ignoran su llanto. El llanto puede durar de 20 a 30 minutos antes de que el padre pueda regresar. El bebé puede ser acariciado pero no levantado, y el padre debe irse rápidamente, después de lo cual el llanto vuelve. Eventualmente el sueño llega, pero el ritual recurre si el bebé se vuelve a despertar durante la noche. La misma cosa sucede la siguiente noche, excepto que el padre debe esperar cinco minutos más entre el tiempo que va a ver a su bebé y lo consuela acariciándolo. Esto dura una semana, dos semanas, tal vez un mes. Si todo va bien, finalmente llega el día en que el bebé se duerme solo sin llorar, y no toma alimento durante toda la noche. Mamá y papá sienten que “ya la hicieron”
Esto se conoce como “Ferberizar” a un niño, por Richard Ferber, el experto americano más conocido en sueño infantil. Muchos padres piensan que sus consejos para dormir a los bebés son agonizantes, pero persisten, porque les han dicho que no le hacen daño al bebé. Ferber dice que este ritual es el proceso natural del niño para aprender a dormirse solo. Lo que suena para el oído no entrenado como un bebé luchando en protesta desesperada de abandono, es descrito por Ferber como un niño “aprendiendo nuevas asociaciones”.
En este punto, les diré mi propia experiencia: Mi esposa y yo somos Ferberizadores fallidos. Cuando nuestra primera hija demostró que podía llorar por 45 minutos sin parar, nos dimos por vencidos y la dejamos dormir en nuestra cama. Cuando nuestra segunda hija nació tres años después, ni siquiera nos molestamos en armar la cuna. Ella no era muy chillona, y parecía una buena candidata para la Ferberización, pero descubrimos que nos gustaba dormir con un bebé.
¿Cómo tuvimos el valor para desafiar la sabiduría y los consejos populares de como hacer dormir a un bebé? Esto nos lleva a nuestra segunda experiencia (peligrosamente familiar para muchos lectores): Darwinismo. Para nuestra especie, el arreglo natural para la noche es que los niños duerman cerca de sus madres por los primeros años. Por lo menos es la norma en las sociedades de cazadores grupales, lo más cercano que tenemos al ambiente social del cual los humanos evolucionaron. Las madres amamantan a sus hijos para dormir y luego amamantan a libre demanda a través de la noche. Suena cansado, pero no lo es. Cuando el bebé llora, las madres amamantan como un reflejo, a menudo sin despertarse del todo. Si llegara a estar despertar y estar completamente consciente, se duerme rápidamente junto con el bebé. Como el padre, que puedo dar fé de esto, uno no se despierta completamente.
Así que la Ferberización, es antinatural. No necesariamente quiere decir que sea mala. La técnica puede no ser dañina (aunque de hecho si lo puede ser, como veremos a continuación). No intento quitarle a Ferber su derecho de predicar la Ferberización o de los padres a practicarla con tal de dormir en paz. Cada quien sabe lo que hace. Lo que es molesto es que Ferber solo acepta su método como el bueno. El implica que si los padres no siguen su método, están cometiendo un delito, como si los bebés necesitaran dormirse solos en su cuarto. “Aún si tu y tu hijo parecen felices de compartir la cama durante la noche”, escribe Ferber, “y aún si parece dormir bien en tu cama en la noche, a la larga este hábito no puede ser bueno para ninguno de los dos.” En la televisión he visto a un padre admitir con vergüenza ante el famoso gurú del cuidado de los bebés T. Berry Brazelton que le gusta dormir con su hijo de 3 años. Uno pensaría que el pobre padre “cometería incesto”.
¿Por qué exactamente es malo dormir con los niños? . El aprender a dormir solos, dice Ferber, ayuda a tu hijo a “verse a si mismo como un ser individual”. No lo entiendo. No es nada obvio para mí como un bebé puede desarrollar un sentimiento robusto de autonomía al estar confinado en un pequeño cubículo con barrotes a los lados y sojuzgado sin poder influir en su medio ambiente. (Menos obvio estos días, cuando muchos niños están 40 horas a la semana en guarderías, y necesitan entrenamiento extra de autonomía) Me encantaría ver evidencia de que eso es correcto, pero no hay ninguna. Al comparar como se desarrollan los niños Ferberizados con los no Ferberizados, no nos dice nada, ya que los padres tienen muchas otras maneras de críar y las variables no se pueden controlar.
Al carecer de datos, la gente como Ferber o Brazelton hacen afirmaciones creativas acerca de lo que sucede dentro de la cabeza de los bebés. Ferber dice que si dejas dormir un bebé entre tu y tu esposo(a) “en el sentido de que los separa a los dos, el bebé se puede sentir muy poderoso y preocuparse”. Bueno, él podría sentir eso, supongo, o tal vez puede solo sentirse acurrucadito y calientito. Es difícil de decir (de hecho si se ven “acurrucaditos”). Brazelton dice que cuando un niño se despierta en la noche y tu te niegas a ir por él. “Tal vez no le guste, pero él entenderá”. ¡Oh, Dios!
De acuerdo a Ferber, el problema de dejar a un niño que tiene miedo de dormir solo, en tu cama es que “tu realmente no estás resolviendo el problema. Debe haber alguna razón por la que tenga tanto miedo”. Claro, debe haberla. Tal vez el cerebro de tu hijo fue diseñado por selección natural a través de millones de años durante los cuales las madres durmieron con sus bebés. Tal vez entonces si los bebés se descubrían completamente solos en la noche a menudo significaba que algo horrible había sucedido, digamos que la madre se la había comido una bestia. Tal vez el cerebro joven está diseñado para responder a esta situación en llorar histéricamente para que algún pariente que lo pudiera escuchar lo pudiera encontrar. Tal vez, para hacerlo más corto, la razón por la cual los niños que al dejarlos solos suenan aterrorizados, es que los niños al dejarlos solos se aterrorizan, tal vez sea eso.
Algunas semanas de terror nocturmo presumiblemente no van a dañar permanentemente a tu hijo. Los humanos son resistentes por naturaleza. Si la teoría de Ferber hace daño a los niños, lo hace indirectamente: el negar la leche de la madre al niño durante la noche. La leche materna, se ha descubierto que es como una “placenta externa” cargada de hormonas perfectamente diseñada para ayudar al desarrollo. Un estudio demostró que aumenta el coeficiente intelectual. Presumiblemente, muchos de los beneficios del amamantar se pueden conseguir a través del día. Pero ciertamente no sabemos que un período de 11 horas sin amamantar no haga daño. Y si sabemos que tal período de tiempo no es parte natural del plan para un bebé de cinco meses, por lo menos para las sociedades de cazadores grupales. O al juzgar a la leche en sí misma: es delgada y acuosa, típica de las especies que amamantan frecuentemente. O al juzgar a las madres: Al no amamantar en la noche, puede causar doloroso hinchamiento o hasta infección en el seno. Entre tanto, toda la evidencia disponible sugiere que la alimentación nocturna es natural, Ferber dice lo contrario. Si después de los 3 meses de edad tu bebé se despierta en la noche y quiere comer “es que está desarrollando un problema del sueño”.
Generalmente yo no me quejo de las estructuras sociales patriarcales opresivas, pero el Ferberizar es una buen ejemplo de una de estas. Como los entusiastas de la “cama familiar” han notado, los doctores varones, que no tienen idea de lo que es la maternidad, han intimidado a las mujeres por décadas a practicar cosas no naturales y destructivas. Durante algún tiempo los doctores decían que las madres no deberían amamantar más seguido a sus bebés que cada cuatro horas. Ahora admiten que estaban equivocados. Durante un tiempo, presionaron a las madres a alimentar a los bebés con botella. Ahora admiten que estaban equivocados. Por un tiempo les decían a las mujeres embarazadas que deberían mantener la ganancia de peso al mínimo (¡y algunas mujeres lo lograban fumando más cigarros!). Equivocados otra vez. Ahora les dicen a las madres que deben negar el alimento a los infantes toda la noche, cuando los bebés tienen algunos meses de edad. Ya hay signos de que este “consejo” está por comprobarse que es incorrecto. Aunque Ferber no ha puesto su bandera blanca, Brazelton suena cada vez menos preocupado de los padres que duermen con sus bebés. (No nos sorprenda que la persona menos “estricta con los infantes”, la famosa experta en cuidado de los niños, sea una mujer, Penélope Leach). Mejor tarde que nunca. Pero en el cuidado de los bebés, así como en las ciencias del comportamiento, generalmente, nos podríamos haber ahorrado mucho tiempo y problemas si reconociéramos que los humanos somos mamíferos, y ponderáramos las implicaciones de este hecho.
Dormir
Jenny Calhoun, de dos meses de edad, duerme en el hueco del brazo materno; cada vez que se mueve en sueños, diez finos cables pegados a su cara y a su cabeza calva ondulan hacia todos lados, dándole el aspecto de una medusa bebé. Su madre, Amy Calhoun, abre los ojos soñolientos en el cuarto apenas iluminado, fijando una mirada inexpresiva en la diminuta cara que tiene a pocos centímetros. Los cables pegados a su cabeza se bambolean hacia la bebé, en tanto ella estira una mano inconsciente para dar a Jenny unas palmaditas tranquilizadoras. Luego Amy acomoda la manta de la pequeña y ambas vuelven a hundirse en un sueño más profundo. Dos cuartos más allá, el antropólogo James McKenna contempla las doce agujas del polígrafo, que saltan en tándem cuando Jenny y Amy se mueven, cambian el plano de sueño y se dejan llevar. Los trazos del polígrafo representan lo que McKenna ve en la pantalla del monitor; las agujas brincan en respuesta a una emisión eléctrica, marcando líneas desiguales en un rollo de papel. Hasta un novato puede ver que las líneas de la madre y las de la bebé hacen un dibujo similar. Los patrones de la actividad cerebral, el ritmo cardiaco, el movimiento muscular y la respiración son similares porque las dos experimentan una excitación mutua; juntas, ascienden, cruzan y descienden por varios planos de sueño. En la cara de McKenna se insinúa una sonrisa de duende: ha visto muchas veces ese patrón, pero nunca deja de divertirlo comprobar que la naturaleza utilice tan claramente el vínculo madre-bebé, aun en sueños. Este trabajo, junto con sus estudios previos sobre la conducta de los primates, lo ha convencido de que la mayoría de nuestras ideas sobre el sueño infantil son una construcción cultural, en peligroso desacuerdo con las necesidades biológicas y emocionales de los bebés. "Si tienes un bebé -dice McKenna cuando se le presenta la oportunidad- duerme con él."
En 1978, Jim McKenna y su esposa tuvieron un bebé, un varón llamado Jeffrey. El nacimiento de ese niño fue una coyuntura crítica en la vida de McKenna, en más de un sentido. Hasta ese año era conocido por sus trabajos sobre los monos langures, grandes monos grises de la India, famosos por su estilo maternal laissez-faire: a menudo otros monos de la tribu arrebatan al recién nacido de brazos de su madre para pasarlo de uno a otro como si fuera un muñeco. Pero si McKenna estaba muy enterado sobre la manera de criar de los monos, no lo estaba tanto en cuanto a cómo criar a su propio hijo. Uno de los problemas era el sueño: como cualquier recién nacido, Jeff se revolvía, alborotaba y no quería dormir cuando debía. McKenna no tardó en descubrir que una manera de inducirlo al sueño era dormir con él. "Me acostaba con él y respiraba como si estuviera dormido", recuerda McKenna, 18 años después. Y respira profundamente, bombeando el pecho ante mí como si aún tuviera a su bebé arropado sobre él. "Noté que respondía muy bien a estas claves respiratorias. Entonces me pregunté de qué me asombraba: lo que tenía ante mí era un bebé de primate, nacido sin desarrollar, que la selección había hecho sensible al contacto y al cuidado de sus padres." Sobre la base de esas siestas con su bebé, empujado por una mente antropológica que se dispara en todas direcciones cuando inicia una empresa erudita, McKenna empezó a hacerse preguntas sobre el sueño del infante humano. ¿Por qué debía Jeff dormir solo, si dormía mejor con uno de sus padres? ¿Algún bebé humano está diseñado por la evolución para dormir solo? ¿Cómo duerme la mayoría de los bebés del mundo? ¿Y cuáles son las consecuencias de dormir solo y de dormir acompañado? Esta obra se ha convertido en piedra fundamental de la etnopediatría; combina la historia cultural, la etnografía y las medidas biológicas. Y se propone modificar radicalmente la manera en que muchos crían a sus hijos.
Crianza con apego
El pilar fundamental de la crianza respetuosa es la empatía por los niños, la verdadera empatía por sus necesidades y también el conocimiento de lo que realmente necesitan los bebés humanos para su desarrollo emocional.

Muchos de los conceptos que promueve la crianza con apego pueden parecer raras, obsoletas o exóticas, por eso voy a tratar de hilar menudito para que se comprenda bien algo fundamental: lo verdaderamente importante es el bienestar de tu hijo, hay situaciones que la crianza con apego considera básicas pero como ya sabemos, cada familia es un mundo y cada bebé una personita individual con sus gustos, apegos, emociones, etc.

La crianza con apego tiene algunos elementos que han sido estudiados por etnopediatras, pediatras, psiquiatras antropólogos y otros profesionales y tomados como acertados en la crianza de los niños y hasta necesarios. Ésta es sólo una lista, pero cada uno de ellos está bien explicado en los diferentes artículos de la página:

• Dormir con los hijos
• El contacto físico permanente con los bebés
• La lactancia materna a demanda
• Atender diligentemente los llamados del bebé o niño
• La no violencia con los niños, verbal y física

La crianza respetuosa no es el cumplimiento a rajatabla de estos conceptos, bueno, el último si debería cumplirse siempre a rajatabla, el punto es que cada familia adapta a su hogar todo aquello que simplifique y armonice su estilo de vida, dándole siempre prioridad al bienestar del bebé y al instinto materno y paterno. El pensamiento principal detrás de estos tópicos es siempre el respeto y el amor al niño en cada una de sus etapas ; por eso hablamos de empatía: ponernos en lugar de esa pequeña personita y proporcionarle un crecimiento armonioso.

Pero para dar ese paso es necesario que nos despojemos un poco y paulatinamente de todas las imposiciones culturales con las cuales convivimos a diario en occidente.

Es muy posible que te suene familiar alguna de las siguientes frases:

• ¿Tan grande y todavía toma pecho?

• Ya va siendo hora de que lo destetes

• ¿Y cuándo lo vas a sacar de tu pieza?

• Si no lo ponen a dormir en su habitación se malacostumbra y después no lo sacan con nada

• No lo cargues que se acostumbra a estar en brazos

• A este le encanta es estar cargado

• Es mejor una palmadita a tiempo

• ¡Los niños son muy manipuladores!

• Hay que enseñarles a ser independientes

• ¿Todavía no va al jardín? Les hace mucho bien, ¿eh?

• Al principio se quedan llorando pero es normal

• ¿No está muy grande para ir cargado?

• ¿Y cuándo le vas a quitar los pañales?

Estas frases y otras similares nos son dichas a diario a los padres que cometemos tamaños errores con nuestros hijos y dejamos que duerman en nuestra habitación, los cargamos mucho, jamás les pegamos, les permitimos seguir al pecho cuando están “mayorcitos” -a propósito, ¿qué mente iluminada ;) dijo alguna vez cuándo son “demasiado mayorcitos” para tomar pecho?- y acudimos inmediatamente cada vez que nos reclaman. Pues bien, a donde quiero llegar es aquí: todos esas creencias son elaboraciones culturales que van surgiendo con el tiempo casi sin que lo advirtamos ¡y nos invaden! Están por todas partes y lo común es que jamás nos tomamos el tiempo de sentarnos a pensar un poco si tienen algún sentido, si son ciertas, si contradicen nuestro instinto y lo más importante si coinciden con la naturaleza del bebé-niño humano.

Meredith Small en su libro Nuestros hijos y nosotros, nos cuenta cómo la etnopediatría ha demostrado que efectivamente estamos occidentalizando, mejor dicho ya occidentalizamos nuestros cánones de crianza. El noventa por ciento de los bebés de todo el mundo duermen con sus papis por ejemplo ¡y crecen tan saludables e independientes!. Bueno, en realidad no podemos afirmar que ese 90 por ciento crece de esta u otra manera, pero de acuerdo con lo que he aprendido con mi propio hijo, ni el colecho, ni la lactancia prolongada, ni llevar al bebé cargado, tienen consecuencias negativas de ningún tipo en el desarrollo de nuestros hijos, por el contrario les ayuda a sentar unas bases sólidas de autoestima y esa dependencia de los primeros años hacia nosotros los ayuda a avanzar con seguridad hacia una autonomía saludable y completa.
Amamantar a un niño de 3 y 4 años ha sido algo común en el mundo hasta no hace mucho, y aún es común en muchas sociedades.

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