viernes, 21 de mayo de 2010

DERRIVANDO MITOS II

El colecho

Como colecho se entiende dormir con tus hijos. Se puede hacer desde dormir en la misma cama, como tener una cuna especialmente diseñada para ir adosada a la cama familiar, o bien usar una cuna convencional sin uno de los lados y adosarla a la cama donde duermen los padres. Muchas veces, en lugar de una cuna se pone otra cama individual adosada a la cama mayor.
Las ventajas del colecho son muchas y variadas. Pero el problema es que en casi cualquier libro o artículo sobre el tema de sueño infantil, se desaconseja que los niños duerman con sus padres. ¿Por qué ? Una de las causas es el peligro de ahogar o aplastarles mientras se está dormido. El peligro no es ninguna nimiedad, pero de la misma manera que difícilmente caemos de la cama, es poco probable que acabemos encima de nuestro hijo. Hasta los más acérrimos defensores del colecho desaconsejan practicarlo cuando se está muy cansado, se ha tomado drogas (fumar incluido) o bebido alcohol, o se está muy obeso. Simplemente, son factores de riesgo que aumentan la posibilidad de tal peligro, pero fuera de esos casos, no hay mayor alarma que la de poder caer de la cama mientras dormimos. De hecho, es mucho más peligroso dormirse en un sofá con el bebé en el regazo que compartir cama con él. Se tiene que tener cuidado de que el bebé no pueda quedar atrapado entre la pared y el colchón o entre dos colchones. Dos detalles más : cuando el bebé es muy pequeño, la madre tiene una especial conexión con él, pero el padre suele tardar algunos meses en darse cuenta de su pequeña presencia, así que se recomienda que el bebé no se sitúe entre la madre y el padre sino entre la madre y el final de la cama. Además, están contraindicadas camas de agua o superficies muy mullidas, así como almohadas que pudieran sofocar al bebé.
Aún y así, ¿ porqué esta popular creencia de que dormir con los bebés es malo ? Desde más allá incluso de la Edad Media, en muchos casos nacían más hijos de los que se podía alimentar. Entonces, ocurría que "por accidente", empezaron a morir muchos lactantes "fortuitamente" aplastados por sus progenitores. La Iglesia tomó cartas en el asunto y prohibieron que los hijos durmieran con sus padres para evitar más infanticidios por este método.
La raza humana, durante toda nuestra historia desde que éramos unos primates que vivíamos en cuevas, ha practicado el colecho. Es solamente en los últimos 150 años, con la llegada de casas con varias habitaciones, que se separa a los bebés para que duerman lejos de sus padres. Durante cientos de años, las madres amamantaban a sus bebés durante la noche, casi sin despertarse. Los bebés recibían protección, afirmación emocional, "lecciones de como respirar", calor y leche materna. Si el bebé tiene alguna dificultad, si vomita, o tiene frío, los padres están a su lado para socorrerle. De hecho, si la temperatura corporal del bebé sube demasiado, la de la madre baja para compensarlo. La proximidad con su madre estimula la lactancia materna. Los niños que duermen con sus padres amamantan más a menudo que los que duermen en otra habitación (casi el doble y durante casi 3 veces más tiempo). Esto hace que tengan un ritmo de sueño distinto. Su fase profunda de sueño es mucho menor, con lo que el riesgo de la muerte súbita (que se supone ocurre en esta fase) es más bajo. Además, el desarrollo neuronal ocurre en su máximo esplendor en la fase de sueño menos profunda, con lo que al practicar colecho, no sólo se le da más leche materna, que es ideal para su protección fisiológica, sino que se está potenciando su desarrollo mental. En países como en Japón, donde el colecho es la norma, el índice de muerte súbita del lactante es uno de los más bajos del mundo. Los niños que duermen al lado de su madre lloran mucho menos frecuentemente y están menos tiempo despiertos. La madre, muchas veces, se da cuenta de las necesidades de su bebé pocos segundos antes de que él las solicite, con lo que se evitan muchos lloros. La comodidad de no tener que levantarse de la cama, sobre todo en época de frío, hace que la madre y el bebé normalmente vuelvan a dormirse casi enseguida. De hecho, muchas veces la madre no sabe exactamente cuantas veces se ha despertado, porque en realidad ¡no se ha llegado a despertar del todo!
Si la madre duerme a su lado, además de amamantarle más y mejor, le proporciona al bebé un patrón de respiración que éste puede imitar. Sobre todo durante las primeras semanas, parece que entre la madre y el bebé se establece un vínculo tal que los ciclos de sueño de ambos se sincronizan, de manera que a menudo la madre se despierta unos minutos antes de que el bebé la necesite, evitando así despertar al resto de la familia.
De hecho, se han detectado receptores en la nariz que pueden afectar a la forma en que el bebé respira, aunque no se conoce su función exacta. Podría ser que la respiración y el olor de la madre estimularan algunos de estos receptores, afectando la respiración del bebé. Uno de los gases que se exhalan en la respiración es dióxido de carbono, que actúa como un estimulante de la respiración. En un estudio, se midió el aire exhalado por una madre mientras dormía con su bebé y se confirmó que cuanto más cerca está el bebé de la nariz de su madre, mayor es la concentración de dióxido de carbono en el aire exhalado. Es posible que esta concentración sea la indicada para estimular la respiración del bebé.
La importancia del contacto físico
“... En centros hospitalarios se ha instaurado una práctica que consiste en que las madres (y a veces los padres) ayuden a desarrollarse a sus hijos prematuros con el contacto piel con piel en lugar de la incubadora. ....surgió en Colombia, y después se extendió por Europa y EE.UU. Los investigadores constataron que las madres canguro establecen un vínculo afectivo más intenso con sus bebés y también demuestran ser más competentes a la hora de cuidar de ellos, en comparación con las madres de bebés prematuros atendidos según las prácticas de incubación tradicionales. Los bebés también se beneficiaron del sistema de las madres canguro, pues durmieron más tiempo y presentaron menos interrupciones de la pauta respiratoria (1) ...
La especie humana tiene un cerebro muy grande que requiere un cráneo también muy grande, ... algunos paleontólogos consideran... primer año de la vida de un bebé es un periodo durante el cual se completa el periodo de gestación ... gestación de 21 meses en lugar de nueve (2) ... la etapa postnatal debería considerarse como una extensión de la vida prenatal.... los recién nacidos se desarrollan mucho mejor cuando reciben una estimulación que recuerda a la del ambiente intrauterino. ...calor, el contacto piel con piel, la presión corporal, el movimiento, el latido del corazón, la voz de su madre y el alimento que ésta le proporciona.... los cuidados maternales individualizados son fundamentales para la supervivencia.... el noventa por ciento de los bebés que ingresaron en el orfanato de Baltimore murieron durante el primer año de vida (3), ... en 1940 un tercio de los lactantes ... seguían falleciendo, pesar de que se alimentaban y recibían atenciones medicas adecuadas. Durante ese periodo, las prácticas educativas que imperaban en EE.UU. estaban influidas por una de las principales figuras de la pedagogía del momento: el doctor Luther Holt, quien alertó sobre los peligros de coger demasiado a los bebés. ... Otros estudios han demostrado que los bebés alimentados con leche artificial a quienes se les da el biberón cogiéndolos en brazos digieren mejor la leche que los bebés que no se cogen en brazos durante las tomas (4). ...Durante décadas, se ha sabido que los niños que crecen en instituciones con falta de personal y con quienes se establece muy poco contacto físico presentan retrasos evolutivos en las habilidades cognitivas y sociales (5). ... The Continuum Concept, caracterizó el primer año de vida de un bebé como la fase “en brazos”, durante la cual el lactante tiene la expectativa innata de origen biológico de permanecer en contacto físico y recibir cuidados maternales constantemente (6)... bebés prematuros que recibieron contacto adicional durante diez días (en tres sesiones de quince minutos cada día) ganaron peso casi un 50% más rápido que los bebés prematuros que no recibieron contacto adicional. ... la cantidad de tomas y el consumo de calorías fue idéntico en ambos grupos (7). ...
Ningún niño es demasiado mayor para que lo abracen. Es más, tampoco ningún adulto es demasiado mayor para que lo abracen. Las personas necesitamos que nos toquen, nos acaricien y nos abracen durante toda la vida....
El latido del corazón... parece que sigue siendo importante para los lactantes después del parto. ... 72 latidos por minuto favoreció la ganancia de peso y redujo los llantos en comparación con un grupo de control.(8) ... Es imposible mimar demasiado a un bebé.
A algunos padres les han hecho creer que los bebés deben aprender a estar solos y que no se les tienen que consentir demasiadas cosas, para que aprendan a ser independientes. Los padres temen que, si abrazan, acarician y son demasiado cariñosos con sus bebés sólo conseguirán que cada vez quieran más. Tienen miedo de que sus hijos se conviertan en monstruos que reclamen constantemente su atención y no los dejen tranquilos ni un minuto. Este razonamiento no tiene ni pies ni cabeza y, de hecho, debería invertirse. Los bebés solo piden lo que necesitan. Cuando se colman sus necesidades, se quedan tranquilos y satisfechos. ... un estudio muy interesante sobre la interacción madre-hijo, constataron que los bebés cuyas madres los llevaban a cuestas durante largos períodos de tiempo durante los tres primeros meses de vida, al final del primer año tendían a ser bastante independiente. ... los bebés cuyas madres apenas los llevaron a cuestas durante los tres primeros meses, al final de l primer año presentaron sentimientos ambivalentes. No parecía gustarles demasiado que los cogieran en brazos, pero protestaban cuando los dejaban en el suelo, y apenas jugaban solos. (9).
Dar a los bebés el mejor comienzo de vida
Pocos adultos asociarían hoy en día la forma en que fueron tratados cuando eran bebés con los problemas que pudieran estar experimentando en sus vidas de adultos. Por otro lado, muchas personas que están pasando a través de varias psicoterapias se dan cuenta de esto perfectamente. Yo he estado luchando por un largo tiempo dentro de mi terapia con el dolor insoportable de mi propia soledad de cuando era una bebé. No me alimentaban con la suficiente frecuencia ni me cargaban lo suficiente para satisfacer mis necesidades y me hicieron dormir sola desde que nací en adelante. Mi terapeuta me dio recientemente a leer un libro en el que confirmaba perfectamente lo que yo estaba reviviendo en mis sesiones con él y me gustaría compartirlo aquí. Es un libro llamado La Prehistoria del Sexo escrito por Timothy Taylor, que está basado en la arqueología, publicado por Bantam Books en 1997. La sección relevante está en las páginas 189-191.
Taylor afirma aquí que en las sociedades cazadoras-recolectoras, los niños eran amamantados hasta la edad de cinco o seis años, obteniendo un gran consuelo del amor "incondicional" que brinda el amamantamiento. Ellos aprendían así a confiar, a ser independientes y a compartir. El autor señala que lejos de convertirse en seres dependientes, ellos mostraban una autonomía notable, por que tenían un fuerte sentido interno acerca de su propio valor.
El señala que en las sociedades guerreras sucedía a menudo lo contrario. No se le daba el calostro al bebé y se le destetaba a muy temprana edad. Esto provocaba con frecuencia que el bebé se quedara con dolor, enojo e ira que no podía ni entender ni explicar y que emergía más tarde en su vida en la forma de tendencias agresivas y violentas que eran descargadas sobre alguien más o sobre un grupo de personas y la sociedad se convertía así en una sociedad guerrera. ( La psicóloga suiza Alice Miller describe este fenómeno en sus libros. )
Hay una práctica que se le está enseñando ahora a los doctores y a los que están a cargo del cuidado de los niños llamada "llanto controlado". (una revista local acerca del cuidado infantil publicó recientemente un artículo promoviendo esto.) en la que se urge a los padres a que la usen para hacer más independientes a sus hijos. Timothy Taylor tiene otras ideas acerca de los que le hace realmente a los bebés. Dice que para que el destete sea exitoso, se debe de dejar a los niños dormir solos y dejarlos llorar. Bajo el 'llanto controlado', al niño se le deja llorar un poco más cada noche antes de responder a sus necesidades de comida y consuelo. Como resultado, el bebé termina por callarse. ( En este momento, todo mundo se siente encantado porque piensan que el bebé ha sido 'entrenado' para tener mejores hábitos.)
En contraste, Timothy Taylor sugiere que lo que ha sucedido es que ha entrado en juego un instinto animal básico-observado en bebés de mamíferos y aves, en el que el bebé siente instintivamente que 'si nadie atiende tus señales de sufrimiento, significa que has sido abandonado y que morirás a menos de que conserves tu energía'. El llorar requiere de mucha energía y por lo tanto para poder sobrevivir necesitas dejar de llorar y bloquear el llanto'. Sin embargo, antes de dejar de llorar, el bebé necesita adoptar el conocimiento de que ha sido abandonado. El resultado de ésto es muy serio y Taylor lo relaciona con la teoría de Martín Seligman acerca del 'desamparo aprendido' en la cual argumenta que si el niño llora y su llanto no es atendido ni sus necesidades satisfechas, empieza a desligarse de la realidad ya que el sentimiento es 'no importa que tanto trate ya que nada cambia ni recibo ningún consuelo, así que para qué tratar más si mis esfuerzos son en vano de cualquier manera.'. Un conocimiento semejante es abrumador para un bebé quien para poder sobrevivir lo reprime en el inconsciente y trata de bloquearse hasta dormirse.
El experimentar la futilidad que afecta a su entorno y que describe a su cuidador, se convierte en la base de lo que se conoce como 'desamparo aprendido' en el que el niño ha aprendido desde el principio que es inútil el tratar de hacer que se satisfagan sus necesidades o de afirmarse a sí mismo. Trágicamente el desamparo aprendido es el presagio de una depresión de por vida. ¿Cuántos padres están conscientes del hecho de que sus bebés bien portados y entrenados están en riesgo de deprimirse y de continuar así de por vida a menos de que pasen mucho años de costosas terapias? E incluso así, los resultados de la depresión por el desamparo aprendido son muy difíciles de tratar y por lo tanto es necesario que hagamos algo para remediar esta situación ahora.
El doctor Nils Bergman de Ciudad del Cabo cita en un documento leído en 1998 en la conferencia internacional Kangaroo Mother Care la investigación realizada por Lozoff et al (1977) quien estudió la manera en la que los pueblos cazadores-recolectores crían a sus hijos. El dice que 'un hecho común a todos los grupos es que cargan a sus recién nacidos constantemente. Los bebés duermen con sus madres y su llanto es atendido inmediatamente, se les alimenta cada una o dos horas y el amamantamiento continúa hasta los dos años'. El urge a los padres a darle esta clase de cuidado a sus niños.
Trágicamente para la mayoría de nosotros esta información ha llegado demasiado tarde. Lo que me entristece es que aunque mi madre no era una persona cálida ni afectuosa, era muy consciente y si los libros del cuidado del bebé de su época le hubieran dicho me sostuviera y consolara después de nacer, que me cargara cerca de su cuerpo, que me alimentara cada vez que tuviera hambre y que no me dejara llorar de hambre durante ocho horas cada noche de mi vida, ella habría seguido sus instrucciones y la historia de mi vida habría sido probablemente muy diferente.
En vez de eso, el doctor le dijo que no me cargara con demasiada frecuencia ni que me alimentara bajo ninguna circunstancia entre las 10pm y las 6pm, porque mi estómago necesitaba 'descansar'. (Algunas de mis regresiones de bebé más dolorosas han sido acerca de esta terrible prueba nocturna de soledad y hambre), porque mi madre era una madre muy 'consciente' y seguía las instrucciones del doctor al pié de la letra.
Sin embargo, mi llanto le preocupaba y llamaba al doctor y le decía: 'No puedo dejar a mi bebé llorar así, ¿que puedo hacer? Y el doctor le respondía, no importa lo que haga, pero de ninguna manera alimente a su bebé antes de las 6 de la mañana porque le puede afectar al estómago. Así que me paseaba durante dos horas desde las 4 de la mañana, pero nunca me alimentaba. Ella me dijo más tarde que se sentía desesperada y yo también. Yo le estaba diciendo tan directamente como podía, que tenía hambre y dolor y sin embargo parecía como si nada de lo que hiciera, pudiera hacerle entender acerca de lo que necesitaba. Esto ha producido en mi vida el miedo de que nunca seré comprendida sin importar qué tan claramente trate de expresarme.
Esto también me ha dejado con muchas inseguridades acerca de la comida y el miedo de que nunca va a haber suficiente. Además esto me dejaba la sensación de que era 'mala' y que no merecía recibir nada (ni siquiera comida cuando tenía hambre), porque yo podía sentir la irritabilidad y el resentimiento de mi madre por ser levantada tan temprano cada mañana. Así que en mi vida adulta he tenido que batallar para abrirme paso a través de problemas de baja autoestima, sentimientos de no merecer, falta de asertividad, desamparo aprendido y depresión. Todo esto ha contribuido a tener que pasarme años en terapia, recuperándome de mi infancia.
Mucho de esto podría haber sido evitado, si el doctor le hubiera dicho a mi madre que simplemente siguiera sus instintos maternales y que escuchara lo que su bebé estaba tratando de comunicarle. Pero él no lo hizo y yo he tenido que pagar el precio. Desafortunadamente, no podemos deshacer el pasado, pero lo que sí podemos hacer es intentar todo o que este en nuestro poder para ver que los padres de hoy reciban esta información. Necesitan ser re-enseñados acerca de cómo pueden criar a sus hijos, estimulándolos para que confíen en sus instintos maternales. De esta forma, los niños que nazcan hoy, crezcan más sanos y felices que lo que nosotros lo hicimos, con la esperanza de que el mundo sea un lugar un poquito más sano.
Hay varios buenos sitios en el internet para ayudar a los padres. Hay dos que yo recomiendo el The Natural Child Project y The Good Parenting Page. Se los recomiendo mucho a todos aquellos que estén por tener o estén planeando tener un hijo en el futuro. Ellos promueven la 'Maternidad Afectivamente Conectada' manteniendo al bebé en estrecho y amoroso contacto con el cuerpo de la madre (o del padre) en los primeros meses de vida, alimentándolo siempre que tenga hambre y permitiéndole dormir cerca del cuerpo de sus padres en la noche., esperando que esta amorosa y cercana manera de criar a los niños se convierta en la manera de ser padres del futuro. De lo contrario, nos espera un futuro gris.
El Dr. Niels Bergman terminó esté artículo con estas palabras: 'Esto es imperativo para la Salud Pública. Es el diseño del pasado y nuestro futuro depende de él.'

El cerebro del bebé

A pesar de su enorme complejidad, el cerebro de un bebé es el órgano menos formado en el momento de su nacimiento, ya que la estrechez del canal del parto limita en gran medida su volumen. Durante los próximos años, su cerebro crecerá de manera notoria, al igual que el resto de sus órganos, pero lo hará de una forma significativamente diferente. Así como los pulmones ya son capaces de llevar a cabo su misión desde el parto, y simplemente van aumentando su tamaño para obtener el oxígeno necesario para un cuerpo cada vez mayor, el cerebro no sólo crece físicamente, sino que también se transforma internamente.
Cuando un bebé nace, su cerebro es un enorme conjunto de neuronas, a la espera de formar la intrincada estructura cerebral que de adulto le permitirá hablar, leer, razonar y sentir todo tipo de emociones. Algunas de las neuronas ya tienen una misión específica y su funcionamiento ha sido activado por los genes para llevar a cabo las tareas básicas para la supervivencia fuera del vientre materno, como el respirar, llorar o succionar. Pero existen billones de neuronas que aún no han sido activadas y que tienen la potencialidad de formar parte de cualquier proceso cerebral futuro.
Tan o más importantes que las neuronas son las conexiones que entre ellas se establecen para formar los circuitos o redes neuronales. Si bien una neurona aislada realiza una misión simple, millones de ellas interconectadas entre sí son capaces de realizar las más complejas tareas. Por introducir un símil, cualquier órgano de nuestro cuerpo está formado por millones de células, aunque cada célula es incapaz por sí misma de llevar a cabo la función del órgano del que forma parte. Es, por tanto, el conjunto de neuronas y sus conexiones lo que establece la auténtica potencialidad del cerebro humano.

Experimentar es fundamental

Se estima que el cerebro de un adulto tiene algo más de cien mil millones de neuronas, cada una de las cuales se conecta con varios miles. Si hacemos un simple cálculo, veremos que en total hay algo así como cien billones de interconexiones en nuestra cabeza. Teniendo en cuenta este dato, la idea clásica de que el cerebro de un adulto está inexorablemente determinado por sus genes no se sostiene. De los aproximadamente 100.000 genes del genoma humano, la mitad están relacionados con la formación y el desarrollo del sistema neuronal. Es, por tanto, imposible codificar toda la complejidad de un cerebro adulto en tan solo 50.000 genes heredados.
La única posibilidad que cabe pensar es que la genética determina la configuración general del sistema nervioso y del cerebro, pero que hay otro factor que es el verdadero responsable del complejo entramado de neuronas y conexiones en la edad adulta: el entorno. Todos disponemos de terminaciones nerviosas de la cabeza a los pies, y se ha visto que funciones específicas, como el habla o el reconocimiento visual, se localizan en áreas bien definidas de nuestro cerebro. Es evidente que la genética marca esta configuración, pero serán los cientos de miles estímulos externos que recibirá un bebé en sus primeros años lo que acabará de perfilar sus circuitos cerebrales.

La ventana de oportunidad

Parece, pues, que la experiencia durante los primeros años de vida no son tan solo recuerdos, sino que es fundamental en la construcción del cerebro. Existe no obstante otro factor muy importante a considerar: el tiempo. Como se ha podido comprobar tras numerosos ensayos, el tiempo en que es posible estimular una determinada área neuronal para influir en la creación de interconexiones está limitado. Es lo que se conoce como la ventana de oportunidad. Habitualmente la ventana se abre en el momento del nacimiento (aunque puede ser incluso antes o un poco después) y se cierra irremediablemente tras un período de tiempo determinado.
En los años 70 se realizó un experimento con gatitos. A un gatito sano se le tapó un ojo desde su nacimiento durante varias semanas. Tras destaparlo se comprobó que el gatito no tenía visión en ese ojo ni fue capaz de adquirirla con posterioridad. Se vio que el número de conexiones entre la retina del ojo tapado y la parte del cerebro responsable de la visión era minúsculo en comparación con el ojo destapado. La conclusión estaba clara: es necesario proporcionar los estímulos adecuados durante un período de tiempo preciso para que la estructura cerebral se forme correctamente.
Al parecer nuestro cerebro actúa bajo el principio "úsalo o piérdelo para siempre". Si no se produce la estimulación de un área a tiempo, las neuronas mueren y ya no resulta posible recuperar esa función. La ventana de oportunidad varía de acuerdo con la función cerebral de que se trate. Así, los sentidos como la vista y el oído cierran su ventana de oportunidad mucho antes que la capacidad para sentir emociones o el comportamiento.

La estimulación temprana

Las consecuencias de este descubrimiento son agridulces. Por una parte, sabemos que podemos influir positivamente en el desarrollo neuronal de nuestros hijos; pero, por otra, el tiempo que tenemos para ello es limitado. Es una especie de carrera contrareloj en la que no hay una segunda oportunidad. No obstante, hay también buenas noticias: en la sociedad actual el número de estímulos que recibe un niño es mucho mayor que en cualquier época pasada. Hoy llevamos a nuestros bebés a nadar, oímos música en todas partes, los paseamos en coche (lo que resulta muy adecuado para la estimulación del sentido del equilibrio, por cierto), escuchan idiomas diferentes, se relacionan con otros niños desde pequeños y practican un sinfín de actividades más que, sin duda, contribuyen a enriquecer las conexiones neuronales.
Aún así, no existen límites por lo que a estimulación se refiere, y existen otro muchos aspectos que podríamos potenciar de cara a su futuro rendimiento escolar y a su vida como adultos. Fomentar la lectura desde edad temprana, facilitar el conocimiento de otros idiomas o iniciarlos en el razonamiento lógico y matemático son un buen ejemplo de ello, y la forma de proceder en cada caso será objeto de otros artículos.

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